Comencé mi carrera en el mar hace más de 9 años como marinero suplente, trabajando en diferentes turnos. Lo que más aprecio de mi trabajo es que es una escuela de vida completa. Nunca se experimenta lo mismo dos veces, siempre hay gente nueva por conocer y aventuras por vivir. Una característica destacada del ámbito marino es el apoyo mutuo y el intercambio de conocimientos. Realmente esta es una profesión que se elige por vocación y se lleva en el alma.

Mi decisión de continuar en esta labor a pesar de todo, se fortaleció a raíz de una experiencia intensa que viví en San Blas a bordo de un velero. Teníamos las velas desplegadas y nonos dimos cuenta que se avecinaba una tormenta, lo que casi nos hace volcar. En ese momento hice una promesa, si me salvaba de esa situación dedicaría mi vida a la marinería y compartiría mi conocimiento hasta que el destino me llevara a mares más lejanos.

Jonathan es ampliamente reconocido como un colaborador excepcional, activo y siempre aprendiendo.

Creo que es esencial que las personas comprendan que cada embarcación es única. He tenido la oportunidad de trabajar en varios barcos y cada uno de ellos  me ha enseñado valiosas lecciones: Maxicat, que actualmente considero mi hogar, tiene una magia especial. Es versátil y me ha enseñado tanto en mi papel de marinero como en mi experiencia como invitado que la vida es preciosa y efímera y debemos aprender a disfrutar cada momento, ya sea bajo el sol o entre nubes, con brisa suave o fuertes vientos. El mar nos enseña que todo puede cambiar y lo único que debemos hacer es adaptarnos, mantener una perspectiva positiva y aprender de cada experiencia.